viernes, 29 de noviembre de 2013

La jungla




Estremecida jungla de piel y sangre en fuga,
danzando sobre el vientre camicace de un sueño
perfilando deseos,  afilando las uñas 

de su ambición sangrante

Y yo silbando enigmas
recolectando el musgo de la vida
en mis ojos
entornando preguntas rio adentro del alma...

Yace despedazado un caballo de lágrimas,
se reparten las hienas cada víscera trágica,
lamen su sexo,  conjuran el perfil de su carne,
pelean por roer su corazón selvático.

Multiplican la furia de su puño
e invocan en voz alta a los dioses del miedo.
y giran
giran giran... sin tregua
más deprisa
delirio  rabia  ego
madurado en los crispados vacíos de sus fauces

"Deprisa, más deprisa
avivemos la llama
Mirad,
ya la flor es cadáver
el Desaliento asoma en sus pétalos pálidos:
sus brazos han ahogado
las alas de la Esfinge".


martes, 26 de noviembre de 2013

Metamorfosis







El Idioma del Frío

¡Alarma!
Amanece un astro gris
sobre tu frente,
Es la hora...
saltan
sobre la tumba del tiempo
los grillos roedores de la fe.
Allí se acurruca tu feto
adoctrinado, anudado a su sombra.
Y Caes.. sigues cayendo por el hueco de la soledad
mientras afinas tu cítara de insomnios
y no quedan más velas encendidas
que alumbren el cansancio,
pues tu lengua ha adquido ya
la consistencia de las piedras.
Únicamente
el idioma del frío
acepta pronunciarte.


Presentimiento

Tú,
Misterio,  rosa inconcebible
que floreces
en los dominios de mis lágrimas.
Dormitas
sobre blandos panales de existencia,
caminas a golpe de inquietud,
y expandes en las venas
un cáncer de relámpagos
reproduciendo
en mi cerebro pálido
tu aura de diamante.


Crisálida
Ahí estás,
larva de luz,
espectro blanco
que aplacas la inquietud de las tormentas
y la coronas de pájaros azules.
Abres un túnel de ángeles
hasta la médula espinal de mis delirios,
elevando
una plegaria alada a las estrellas.

¡Alabado sea el dios
que te libera!

Díme
en qué labios anidarás,
en qué carne, en qué arterias
perpetuarás mi aliento.
En qué patria innombrable
dará sus frutos
el árbol de mis sueños.

Díme si existo en mí,
o sólo tú me inventas,
si no soy yo
quien se aferra a la sangre de los verbos,
quien trata
inutilmente de expandir
tus entrañas
sobre el mar del poema.








viernes, 22 de noviembre de 2013

El aguador de sueños





La crisálida roja
se repliega
en el odre deforme del silencio,
sinapsis de un ojo ciego
que inserta su labia helicoidal
al corazón del gris,
donde silencian sus contornos
las palomas.

El aguador de sueños
ahoga las estrellas no nacidas
en la tinta del tedio.
Amordaza la luz de la palabra,
la engendra
mineral, hosca, pálida,
prostituida
por ocho onzas de arena
que alquimizan en esferas de papel
mientras danzamos
al compas binario de las sombras,
descarnados de aliento,
de latidos,
de música.
Aguardando
la Itaca del tiempo
en las lentas saetas de la espera.

domingo, 17 de noviembre de 2013

En los tejados del misterio






No tan deprisa,
aria de mármol:
sueñas
al filo del vértigo,
empapas espejos de miel
mientras aguardas
en los taludes húmedos del grito
una razón,
un Sabat blanco
enaltecido
en las estibaciones de la luz.

Luciérnaga suicida,
¿por qué huyes
hacia los altos cerros de Dios
si te cosieron a la noche
desde el vientre
de los tiempos?

Ah....
pero macero el silencio
con las palmas de mis sueños.

Reconocen la pureza todavía
mis palomas de infancia.
Todavía
pueden interpretar
de sombra en sombra
el violín de mis venas
y encender un cirio alado en cada espina,
mientras maduro
raíces de coral
en los tejados del misterio.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Presagio





La tarde
espanta pezuñas de olvido,
el tambor de un recuerdo amarillo
esmaltado en las hojas caducas
de un árbol de charol.

Y masco el tiempo
que te anuncia
en la lengua del viento,
rasgo la desnudez de las aceras,
revuelvo los instantes detenidos
a un palmo de la luz que te presagia
y me entrego a sus vísceras impías.

Acudes
con el grito de los pájaros
como un augurio encinta,
abres las ubres del gris
y luego
trepas
por la cornisa de mi carne
y, antes de ser de nuevo
una herida en las sombras,
antes de ser ceniza
doblegada al silencio,
materia sin edad,
sin sentido,
me filtro
en la balada de tu vientre,
devoro sus raíces de fuego,
las anudo a las copas del cielo
y, al fin,
regreso
a la voz de tus ojos.

domingo, 10 de noviembre de 2013

El espantapájaros


 

El viento susurraba
una canción de piedra
sobre el campo.
Anudaba a diario
a su cuello
pronombres eremitas.

Abalanzó,
de pronto,
pájaros de cristal
contra su pecho
que se quebraron 

en la ira
de sus picos.

El espantapájaros
sentía 

en su carne de paja
las fauces
de las bestias del tiempo.
Una ausencia de plomo
rellenaba los huecos hondos
de su alma.

Y dejó
que le arrancaran los brazos;
entregó hasta sus ojos
para salvar los granos
recién nacidos en la tierra.
Entregó
hasta el último estertor
de su inocencia
para  engrasar la maquinaria de la Vida
en el sacrificio
de su crucifixión.