viernes, 31 de enero de 2014

El pájaro y la piedra

 


Ayer abatí a un pájaro que aleteaba
en la febrícula de Dios

Ayer abatí a un pájaro
-en su pico un nombre
y una espina-
y su cuerpo de luz asesinada
inmoló la clausura de la piedra
que dormitaba a la sombra de su signo.

Y una lluvia de sangre
vistió de pájaro
la carne adusta de la piedra;
y la piedra se conmovió,
lloró un segundo, una hora, un río...

Luego
se tatuó un silencio eterno bajo el pecho.

Sólo el viento sabe... sólo el magma de un eco
anudado
a la inhóspita luna creciente
del vacío
revierten
de noche en noche
el grito animal
a las inanimadas entrañas de la piedra,
y la piedra vuelve a sangrar un credo
y cien preguntas

Y guarda luto por el pájaro perdido.

sábado, 25 de enero de 2014

Ángel Exterminador


 


Ya está aquí,
lo presiento...

Dicen
que anoche se oyó gritar a las espigas
y un pez de sangre agonizante
se disolvió en segundos
tras las pupilas temibles del espejo

No ladrarán los perros,
ni los lobos violarán
el código de faca del silencio

Vendrá
con serpientes enredadas en su cabello de Arcángel
Vendrá
con su coro de querubines a cantarte
dulce nana de sombras y alfileres

Vendrá...
y sus bellos heraldos
afilarán las astas de su lengua
en los agudos colmillos de la luna

Una daga en su mano derecha
para apuñalarte cuando duermes,
y en su mano izquierda una caricia
y una pluma dorada
para aligerar la gravidez del sueño eterno.
 


Hija mía:
estás muerta- dirá-
ya estabas muerta
hace años, lustros, siglos
y tú ni siquiera lo sabías

Todo lo comprenderás cuando "despiertes"

Ahora te maldigo con mi beso.

miércoles, 22 de enero de 2014

Balada roja





Te vi,
abrazabas la noche con aludes
de sándalo.
Conjuraste un hechizo de sombras,
y me arrojaste
a la hora del solsticio
mil relojes de abismo:
el licor de tus palabras
era jenjibre en mi corazón.

Luego llegó tu mano,
tu mano
como un faro de alondras
bajo un cielo sin dios.

Y me dejé soñar...

Ocupa de mi alma,
¿cómo
pudiste atravesar los nudos cordales
de plutón?
¿cómo quebraste el mantra
de cristales y niebla
que hablaba por mi voz?

Más de un lustro ha llovido
sobre nuestros huesos flagelados,
más de un pájaro
ha sido abatido por el rifle
de la decepción.

Y sin embargo
vienes,
con la balanza de la razón y de la espuma
equilibrando las horas,
balanceándote en el duende del espíritu.
Sonríes, me besas
y me transmutas en astro o en sirena,
y entonas una balada roja
sobre la mullida cama del perdón,
un voraz blues de fuego y lirios verdes
que fagocitan en segundos
los interludios de la desolación.

sábado, 18 de enero de 2014

Cuarta dimensión





Al fondo del espejo,
mira al fondo;
acepta las manzanas desterradas,
las horas macilentas
donde columpias tu fe
de muerte en muerte.

Abre sin miedo
las raíces opacas de mi carne
y contempla
esta mi otra carne más profunda,
esos labios de niebla
que no besan
sino al silencio en llamas,
esos pechos de abismo
donde maman cuchillos y libélulas,
la corona de vidrio
que engalana el destino mis huesos.

Gira el cuello de tu voluntad
hasta absorber la fuente
donde abrevan mis ángeles desnudos,
y dime
si no temes perderte en su cuarta dimensión;
si no te asusta el grito azul del unicornio,
la magnitud del bosque
que va tejiéndose
en el muladar de mis pupilas
en esos días múltiplos de nada,
en que  me nieva una espera
y no sé esculpir con ella un rostro
en la memoria del cielo,
no puedo
sino husmear el esqueleto del sol
bajo la sombra fresca de tus alas.

domingo, 12 de enero de 2014

Aquello que me nombra




Hoy me transformo en aquello que me nombra,
y me nombra el adagio de un relámpago
que reverdece las costas de la ausencia.

Hoy mi ser es pleamar
de un solsticio
anudado a la piel de la memoria,
y hay peces empeñados en fundirse
en mis ojos hondos de infancia.

Hoy la sangre ensancha
su avenida en mis venas,
os llama,
se hace gesto de mano tendida,
proclama
vuestros nombres germinales al viento,
afila
las crestas insensatas de la fe,
inyecta en mi ser ecos tardíos
de una rebelión adolescente.

Vosotros,
que me sobrevivís
muerte tras muerte
drogando los zumbidos
que incendian las colmenas del dolor cotidiano,
padre-madre-semilla,
voz  profunda,
raíz de luz cordal.
No- muertos invasores
de mis horas más pálidas:
vivid
en mis heridas
cuando el silencio se obstine en propagar
un réquiem
por mi maltrecho corazón de niña.


jueves, 9 de enero de 2014

Gravedad




Me enseñaron 
que la Gravedad es ley,
que los pájaros mueren de sed o de frío 

o de tristeza
si no sueñan un vuelo azul que los alumbre,
que la tierra atrae hacia su vientre
los cuerpos con sus sombras,
que toda Ilusión es vulnerable
y se derrumba
cuando la campana del fin anuncia la hora álgida.

Nadie me dijo
qué hacer con esas lágrimas nunca derramadas,
dónde comprar una sonrisa que no hiera los ojos,
o una pregunta que roce la lengua de la eternidad,
cómo extraer una a una
las piedras que pesan en el alma,
o cómo usarlas de pedernal
y encender un fuego
cuando aúllan las dudas y sus lobos terribles.

Solo el instinto sabe
que hay que plantar jazmines
sobre la calavera del invierno.
Hundir en la garganta el muro del orgullo
y dolerse de todas las heridas,
olfatear las huellas profundas de la luz,
hasta eclipsar
los ochenta suicidios  por minuto

que todo corazón genera en su caída.

domingo, 5 de enero de 2014

Sin la palabra...




 
Qué sería de estas manos
si no les crecieran alas a destiempo;
qué de su rugido ronco,
de su sangre petrificada en las venas
sin la Palabra, señora mía, dueña mía,
sin la palabra que me confiesa
y me traiciona,
muele mi lengua honda
para sobrevivirme muerte a muerte,
y me arranca de sol a sol
un sueño de las vísceras.

Y quién la rescataría del pozo maldito
del olvido,
qué intérprete de luz
podría devolverle
su corona de reina mendicante,
si tú no hubieses edificado
con sus huesos
un templo de latidos,
horneado el pan de sus arterias,
reconstruido piedra a piedra
la noche de los verbos,
la soñadora tinta de su aura.

En quién podría ser Ella
sino en esa mirada 

que abarca 
los espectros del ámbar,
que regenera cada fibra del temblor
y se interroga un día tras otro,
una muerte tras otra,
por los duendes primigenios
que habitan en las cuencas de su alma.

miércoles, 1 de enero de 2014

Leda




Quiebra tu canto, Leda

¿No has sentido arder el fósforo
de la luna en tu lengua?

Traedme el hígado de un sueño - dijiste-
encended
una voz en el aire
que purifique el dolor del acero.
Acercadla
 a mi pecho de nimbo,
que esta sangre de lluvia
alimente
su caudal insondable.

Y un arpegio de fuego
se anudó a tu garganta
y conjuró con su canto
la raíz de la nieve.

Y el cisne
acudió con su escolta de juncos,
con su tropel de liendres aladas
a mecerse en la sinapsis del hambre,
a beberse la absenta de la luz
a revestir con espejos volátiles
el esqueleto de la desolación.