martes, 20 de mayo de 2014

Yo creía...














 












Yo Creía...
Sacudía mis zapatos de noche
y volaba

sobre la lira de un poema,
atravesando
la cruz hostil de toda forma,
cruzando el puente de cada una
de mis muertes.
Olfateando larvas de luz en los charcos
del cielo.
Me reinventaba.

Soñaba...

Yo creía.

Hasta que una voz anudada al silencio
grito:
-El oro ha muerto -
Y ya las flores
dejaron de perpetuar sus raíces
en mi lengua.

Duele,
duele esta lluvia ácida en los ojos;
esta plata triste que espejea
los verbos
y los nutre de horas caducas 

y de arena,
y deja ver su cuerpo henchido
de tinieblas
revolviéndose
sobre los tejados de la decepción.

Yo creía...

Aún creo.
Porque es un Credo esta búsqueda
de no se sabe qué
bajo las venas.

Yo creía y soñaba
Y moría
y volvía a renacer,
como esta tarde
en la que se ha convertido en lluvia
la memoria.



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