domingo, 18 de enero de 2015

Aguijón


Un día vino a sondearme el silencio:
"anestesia a los pájaros del temblor,
córtales las gargantas
e injerta en ellas algún lirio de paz,
un pensamiento efervescente
o el cadáver mutilado de un poema,
y deja ya de sangrar
las amapolas".
No puedo vivir
sin la caricia de su aguijón.
Sin esa ortiga salvaje que atraviesa
de luna a luna
el cuerpo opaco del misterio.

Tal vez alguien comprenda...
alguien aguarde al al otro lado de mis túneles.
Escarbe con su mirada
honda cada pasaje agónico, cada región
de llanto.
Tal vez cicatricen sus heridas en la pureza de mi barro
ensangrentado
y su limo fértil aminore el cauce del cansancio.
Tal vez halle respuestas que sean vapor de ausencias
y se retroalimenten con preguntas incendiarias
o cenizas de sal que reverberen al tacto febril
de la palabra.


Tal vez yo misma me alimente tan solo de mi búsqueda
y sea también
pasto del hambre de quien sabe despeinar las hojas caducas
del silencio y doparse con el pan
de una promesa...


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