jueves, 23 de abril de 2015

Los cipreses de Cormalt


Ayer me sonrieron
los cipreses de Cormalt
¿los recuerdas, hermano?
Su triste gallardía,
su sobriedad de mártires cobijando
las tumbas oxidadas del tiempo...
Ellos,
dignos guardianes de un crisol 
en el que se fraguaban
raíces de metano y mariposas
suicidas.
Mis cipreses de Cormalt,
tan austeros, tan místicos.
¿Recuerdas de qué color era
la renuncia?
¿su rostro?
Ellos sí lo recuerdan:
carraspeaba el silencio
al son de una pregunta
y fingían el gesto
pretextando un embate
del viento
o un dolor seco y hondo
en sus ramas.
Ayer
me sonrieron, hermano,
y al fin pude
proyectar mis desvelos
sobre la majestuosa pulcritud
de sus copas
Fui la nostalgia reverdeciendo
las crines del adiós,
inseminando
un sol bajo su turbia lengua
donde quedó lacrada
nuestra pálida y febril
adolescencia.






domingo, 19 de abril de 2015

La rebelión de las marionetas




"Pronto amanecerá"
-sueñan los pájaros-.
Las abejas ya almacenan un polen
de alcanfor
sobre el hígado marchito
del silencio.
"Pronto amanecerá"
-gritan los hijos del abismo-.
Un vómito de miel aventura
la preñez 
de las muñecas de trapo.
Sin embargo, los duendes
aún ciñen mi cintura a una veta de mármol,
y no sé,
no puedo despeinar este viento de docilidad
y enrolarme en la rebelión
de las marionetas.

"Pronto amanecerá"
-corean los grillos de la estupidez
en mi cerebro somnoliento
 adoquinado por trombos
de ternura macilenta y escarcha
devenida en palabra-.
Un gramo de locura -suplico-;
una taza de afiladas preguntas
para regar con su limbo ensangrentado
la infértil avaricia
de mis manos.


jueves, 16 de abril de 2015

Fantasma


Pregúntate
por qué deletreas la renuncia;
por qué golpeas las teclas de este piano
quimérico
con la parábola de tu signo ensangrentado;
por qué frecuentas páramos virtuales donde gimen
los náufragos del amor
de tarde en tarde
o desgarras con un cuchillo de luz
las arterias azules del poema.
Pregúntate
si existe un bosque virgen todavía
donde la niña
sigue jugando
con sus cachorros muertos.
Sí,
la he visto:
sus trenzas arrancadas de cuajo
por la hoz inclemente de los ángeles,
sus huesos tratando de encajarse en la carne
del trigo, su lengua salpicada
de pájaros...


Hueca es tu voz, de madera tu risa.
No hay eco a la medida del cielo
para ti.
No hay matraz de alquimista
que convierta en palomas las espinas.
No busques más espejos en el aire
viciado del silencio,
tu voz apátrida es tan sólo
el agónico rasguño
de un fantasma.































martes, 14 de abril de 2015

El corazón de la esperanza


Tú ganas, Karine.
Conociste los secretos del fósforo 
que arden en la sangre de las marionetas.
Sentiste el filo de navaja del infierno
filtrarse crudamente a través
de tus lágrimas
He biopsiado la luz- dijiste-
hay espinas y larvas de pánico en sus heces;
seguid los vidrios verdes, hijos míos,
enterrad el aguacero bajo las piedras del río aquél 
donde arrojasteis
un lejano día el corazón de la esperanza.

Mi herencia fue un dolor encadenado de tinieblas,
y ahora creo en esa débil luna que regaste a golpe de amor y lucha,
a golpe de amor 
y sufrimiento.
Veo los huesos infantiles de mi fe taladrando
 la piel de la derrota
y cómo su cerebro de nieve y agujas va sembrándose 
de verde, Karine,
cómo trepa la yedra de la luz por sus venas
amparada
por el beso de tu sombra pura.




viernes, 3 de abril de 2015

El eclipse



No subas al tiovivo 
en este día
tan proclive a la lluvia:
los caballos han muerto de cansancio 
en su ritual suicida
y ahora se inclinan las aspas del vacío tantos grados
al sur de la dulzura
que la bondad resbala ojos abajo
para morir en charcos de tiniebla.
¿A qué este empeño en bordar el silencio
 de profetas?
Peinaste con tus manos las rosas del crepúsculo
 y todavía se duelen del sol y sus espinas.
Mira el eclipse, niña ciega,
el eclipse que tapó la boca de tu orgullo
con un latido manco y un enigma.
Dices
que brilla el trigo más intenso en la estación radial 
de la que parten trenes blancos hacia el cielo.
Ahora profesas una fe sonámbula
en los castrados ojos de los cíclopes
y te alimentas de planetas tiernos.

Mira al eclipse y escóndete.
No vayas
a parir otra nieve con tu trémula lengua.

Hay un invierno silente que te mira 
y aguarda
más allá de este rincón humeante
donde hoy dios descorchó la primavera.