jueves, 16 de abril de 2015

Fantasma


Pregúntate
por qué deletreas la renuncia;
por qué golpeas las teclas de este piano
quimérico
con la parábola de tu signo ensangrentado;
por qué frecuentas páramos virtuales donde gimen
los náufragos del amor
de tarde en tarde
o desgarras con un cuchillo de luz
las arterias azules del poema.
Pregúntate
si existe un bosque virgen todavía
donde la niña
sigue jugando
con sus cachorros muertos.
Sí,
la he visto:
sus trenzas arrancadas de cuajo
por la hoz inclemente de los ángeles,
sus huesos tratando de encajarse en la carne
del trigo, su lengua salpicada
de pájaros...


Hueca es tu voz, de madera tu risa.
No hay eco a la medida del cielo
para ti.
No hay matraz de alquimista
que convierta en palomas las espinas.
No busques más espejos en el aire
viciado del silencio,
tu voz apátrida es tan sólo
el agónico rasguño
de un fantasma.































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