sábado, 12 de septiembre de 2015

Blanco



Me mira,
y sus ojos son ácidos,
y perforan la atronadora noche
de mi aliento.

-¿Qué tienes?
¿qué color se dispone a violar
mi pureza?
¿qué duelo te menciona?
Vienes a mí armada de puñales
de humo, de costrosas raíces.
Enciendes un fuego redentor
en mi vientre.
Me hieres con baladas de llanto.
Perros de tinta husmean
en mi blancura.
¿Qué tienes, Soledad?
¿Quién eres hoy?
Sólo yo reconozco las desinencias
de tu Voz.
Sólo yo puedo interpretar
el volcánico lenguaje
de tu Sombra-.



2 comentarios:

  1. Es la primera vez que visito tu página, y no creo que sea la última. Me encantó volver a leer este equilibrado poema. El cierre no deja de emocionar.

    Saludos, amiga.
    Óscar

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  2. Muchas gracias, Óscar, por llegarte hasta mi blog. Es un placer recibir tu visita.

    Un abrazo.

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