jueves, 27 de octubre de 2016

Ángel



 Te hablé de la palabra, Ángel,
de su ambigüedad oceánica,
de las aves espectrales que picotean
su alma quebradiza.
Te dije: - no la temas:
recuéstate en su vientre y escúchame,
escucha
cómo hierve la espuma
de los verbos,
cómo el temblor se amansa,
y su fétido almíbar embriaga
de delirio
la cordura-.

Pero no quisiste mirar.
No me escuchaste.
-Ella es luz, es pasión – te repetía-
mientras tú, incrédulo, reinventabas
el mundo para mí
con tu risa.

La palabra
no sabe mentir , Ángel,
es un niño
que desea echar a andar,
hablarte:
mírame, escucha,
siente...

Sin embargo,
cuando duele la necropsia 
del fracaso, o un un eco
marchito
roe la calma
y sangra
el olvido,
en la hora en que seudoprofetas  
golpean las compuertas
del abismo
con alados versos y labios
disidentes,
y macilentas sombras
desorbitan la noche,
yo me aferro a la raíz
de tu silencio blanco,
tu cálido, carnal,
puro, 
tangible,
desespinado
silencio.





martes, 4 de octubre de 2016

Octubreando



Esto no es un poema,
ni siquiera el fósil
de su sombra.
Hoy
me son esquivas las palabras
y se me enfanga el aire
en los pulmones.
Hoy escucho desgarrarse
al silencio,
siento su grito
golpear
la memoria.
Simplemente
es de noche a la izquerda
del odio y amanece
en la herida.
Octubrea mi mente,
se rasca con su lengua la piel
desorientada, los ojos
abatidos, los besos
improbables, los cielos
consumidos.

No,
esto no es un poema:
simplemente enumero 
la sangre que me falta.

domingo, 2 de octubre de 2016

Licantropía de espumas



Acostumbraba a quitarse las espinas
con carne de relámpagos,
a envolver su magia en piedra o en palabra.
Pensaba (ingenuamente)
“ así es como uno debe arrancarse los oscuros racimos
de la muerte”
Fructificaba en su alma una ira
blanca y dulce,
una creciente ira lunar que sofocaba el aullido
de las sombras.
Creyó ver resurgir entre tumbas
auroras boreales.
Abrió en canal su vientre
y echaron a volar
lamias y víboras, cadáveres
de pájaros, niños
castrados de azul, semidioses
de humo...
Realizó incontables autopsias
al olvido,
desconociendo
que la palabra es un cigarro
que nos va consumiendo lentamente
y deja, al final, en los labios un beso
ceniciento y turbio,
un ictérico sabor
 a despedida.