jueves, 1 de diciembre de 2016

El árbol


Eres un árbol y no lo sabes,
un árbol raro de místicas raíces.
Solo hay que talarte un poco
la ternura, afilar tus silencios
con un cuchillo lento, pellizcarte sutilmente
el orgullo
o dejar que las hormigas devoren tu corazón
de lluvia
para que fructifiques.

Sí, eres un árbol,
nada menos;
nada más que un árbol.
Danos tu carne
verde, el rojo delirio
de tu sangre:
tenemos hambre,
tenemos sed,
cojeamos de estrellas...

No lo sabes, pero,
quizá
tu madera alimente
la hoguera que mitiga
el hastío,
y tu cabello de hojas
nos resguarde este largo invierno del acero
del cielo

¡Qué dulce paraguas
para la muerte!

¡Qué bello resplandor
 tu sacrificio!

2 comentarios:

  1. Rosa,

    este es el poema que he leído de ti que más me ha gustado hasta este momento, se podría decir que es mi favorito. Me seduce el tema elegido; el árbol, la naturaleza; me admira el ritmo y la fuerza poética de sus imágenes. Me emociona su defensa pagana, me despierta su metáfora y simbolismo con el ser humano. Poema de múltiples lecturas pero de un sólo sentir. Lo leo y no puedo evitar escuchar una canción, una música que se abre paso en su interior.
    Me enamora tu poema, Rosa. Tienes algo dentro de ti tan hermoso que no puede engañar.

    Mis felicitaciones y abrazo, poeta.
    Cristián.

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  2. Hola, Cristián,

    Creo recordar el momento de mi vida en el que escribí este poema. La imagen del árbol surgió de pronto de entre las cenizas, como un símbolo de fortaleza, de persistencia frente a las inclemencias de la vida y también de cobijo para las aves del infortunio.

    Gracias por dejarme tu hermosa palabra, Cristián.

    Un abrazo, amigo.

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