jueves, 29 de noviembre de 2018

Alicia




Silencio, Alicia, Silencio. Quiere hablar el espejo.
Mostrarte con mirada insolente las grietas
 de tu debilidad.

No te dejes caer.
Niégale la bondad de tu gesto.
Niégale las rosas espinadas que entrega cuando adivina
la sed de unos labios.

Qué dificil aprender a pintar un luminoso
olvido; evitar el temblor que provoca sellar
puertas y ventanas al sur.

Alicia,
tú que habitas un mundo sobrio y blanco,
tú que eres nube y te vistes de piedra para no tropezar
con la muerte,
tú, que has aprendido a sacudirte el dolor
al regresar a tu impoluto mundo de arena, donde cavas
y cavas un silencio tras otro,
no te dejes caer...

Repite conmigo:
este eco abisal que desprecio pulsa las cuerdas de una absurda guitarra.
Un sueño desdibuja mis labios dormidos.
La noche es una lámpara roja que enciende la pared del presente.
La noche pretende arder en mi sangre.

martes, 13 de noviembre de 2018

Consejos para una tarde de lluvia



Si la nostalgia
te mira fijamente a los ojos una tarde de lluvia
y sientes su agridulce pupila roer
tu corazón;
si te transporta muy atrás,
muy lejos,
hasta resucitar en tu memoria rostros, nombres, lugares semihundidos
en el cráter del tiempo,
no la mires: aléjate.
No te dejes vencer por sus taimadas lágrimas
ni acaricies el fugaz lomo del tiempo.

Si una tarde  cualquiera
tus manos se obstinan en arrojar  reliquias al fuego
de un poema,
ignora su lenguaje,  recupera algún sueño frugal e inalcanzable,
olfatea
el carmesí vibrante de noches compartidas a la luz de unas velas,
o piérdete en tugurios donde arde la música
y la angustia suele rendirse
trago a trago.

Nunca, nunca, alimentes sus huesos caducados,
nunca dejes
que amarillee su carne junto a ti.
Guárdala bajo llave
para que no despierte al animal herido
cuya sombra planea beber de tu tristeza.


domingo, 28 de octubre de 2018

Noviembre



Quédate amor, no te vayas ahora,
¿no percibes, acaso, el rumor del otoño musitando en mis dedos?
¿cómo se van abriendo una a una las venas de la memoria roja?

Ven,
juégate conmigo a una carta la eternidad de un beso,
acaricia mansamente el lomo de las horas que se nutren de olvidos.

Recuerdo cómo azota las ramas
del silencio,
cómo
su áspera lengua lame mis esperanzas, mientras el tiempo parece aletargarse
en un sueño amarillo.

No te marches aún:
regálame un abrigo de improbables abriles.


No dejes que me hiera noviembre.

No dejes que me ahogue en la espuma de un poema.







sábado, 11 de agosto de 2018

Fiesta


Resultado de imagen de Toros


Queridos animales humanos:
si yo fuese  un pedazo de carne
sin espíritu;
si no pudiera sentir dolor, ni rabia,
ni percibir la ira que envuelve el aire
de esta tarde maldita;
si fuese 
un objeto útil, o una hermosa planta que oxigena la tierra,
ese juguete que un niño adora
antes de destruirlo
o condenarlo a un olvido semejante a la muerte.
Si este trágico final no engendrase tan solo
fuegos artificiales, parches con los que mitigar
el hastío
de vuestra pálida existencia
y la pasión salvaje que hoy inflama vuestra jodida sangre
llegara disfrazada de utopía, de razones
en celo, de crimen
necesario,
tal vez tendría sentido mi funesto destino.

Pero vosotros os encendéis con cada gota de sangre derramada, celebráis
la agonía con vítores y palmas.



No estáis 
sentenciados
perdidos
solos
en medio de un ruedo interminable.

 Queridos animales humanos:

Dejad de esconder la vileza que os viste
bajo la altisonante piel de las palabras:

Fiesta, Arte, Símbolo, Pasión...
son solo trajes que encubren 

El Dolor
La Angustia
La Sangre
El Sufrimiento
La Agonía de un pobre  ser sacrificado
impunemente.

lunes, 6 de agosto de 2018

La viuda de Caín



Mira a través de la botella el mundo, amor.
Su sangre esteril alimenta un blando limbo 
sobre el que columpiar
la decepción.

Tratemos de olvidar
el vomitivo gris que nos carcome a diario.
¿Por qué me hablas como a un extraño? di,
¿Por qué me desprecia el animal que tiembla
en tu mirada?

Soy yo, el mismo
de siempre, el mismo
al que hace casi medio siglo siglo juraste amor eterno;
tal vez un cobarde, un enfermo
o un loco;
una víctima indefensa de este puto
sistema.
Abel en un cuerpo de Caín,
que entierra sus fantasmas
en humo y güisqui.

El torvo gesto de tus labios
me declara culpable.

Recuerdo apenas un beso arrebatado, un grito oscuro;
tu cuerpo temblando en medio
de la habitación;
unos ojos clavados en mis pupilas, como un puñal
de rabia,
y me enfurezco...y te siento como al frágil monstruo
que debe expiar mis tormentos, mis fracasos;
el animal herido al que desprecio
a ratos,
el mismo que me culpa sin palabras de haber enterrado
la inocencia
trago a trago.

Y sé que desearías abandonarme
para siempre, como a un perro,
sobre la frágil noche de mi vida.
Desearías, incluso, ser la viuda de Caín.

Escucha,
mañana todo acabará, te lo prometo.

Ahora, vete,
deja de señalarme con tu cárdeno silencio.

Te quiero tanto, tanto...

sábado, 21 de julio de 2018

La reina




Reina
negriamarilla
de voluntad voraz:
no logro detener
tu milenaria danza...



Clausuro  puertas, ventanas,
espejismos  
que amenazan con invadir de larvas azules
 el pecho de la tarde. 


Trato de rescatar

el pecio de algún sueño
del baúl de infancia.

Cierro mis ojos:

sueño con degustar tu boca,
disparo relámpagos
de tinta 
sobre el pálido lienzo 
de la tarde
-pero mis manos solo  vomitan
 un naufragio-

La reina
me arrebata 
seis centímetros cuadrados
de metal
e infortunio.
Deja un rastro
de invisibles cadáveres.

Y mi pulso te busca
en medio de la nada
mientras, una sombra 
aguijonea con saña
la tarde
y sus despojos.

sábado, 14 de julio de 2018

Renacimiento





Llegó
envuelto en cristales,
huyendo de las llamas
que el otoño incipiente
escupía
sobre el ocio gris
de las aceras.
Se acercó lentamente a la playa
con un gesto desnudo,
y comenzó a darle cuerpo
a la arena.

A lo lejos, las inmutables rocas
soportaban el embate furioso
del mar.
Bastó una simple ola
reptando hacia la orilla
para destejer la magia
de sus manos.
Pensó -nada es real-
la voluntad se quiebra,
como se quiebra un cuerpo por las olas
del tiempo;
nada es real, salvo este inútil sueño mío
que se prolonga a través
de la tierra -
Y sus manos se enfangaron de barro
y furia
y comenzó a modelar febrilmente
la ausencia.

sábado, 2 de junio de 2018

Metal de ausencias



Tú y yo, hermana mía, y este enorme abismo
descarnado
que solo cubre el cielo cuando rompe
su contenido llanto
sobre la piel desnuda de la tierra.

Tú y yo aguardando
la hora del bullicioso retorno
de los pájaros
para sentirnos, por un instante, sombras
mortales
que sobrevuelan
estepas infinitas
de silencio.

¿Quién nos parió desnudas
de alas?

¿Quién, de unos ojos ausentes
hizo su altar?

Hemos aprendido a alquimizar
el dolor de la ausencia,
a ordeñar el lenguaje
mudo y eficaz
del silencio.

La palabra es un ajuar indigno
a la grandeza de soñar,
a la grandeza de sentirnos palomas
cuando un niño nos presta
sus alas de infancia.
Es entonces, solo entonces,
cuando se resquebraja la pared
del hastío,
y logramos huir de este cuerpo
metálico, de esta perpetua cárcel que cobija
la nada.

lunes, 23 de abril de 2018

El lanzador de nubes













Ayer fue sábado casi toda la noche,
como todas las noches de martes que se nutren
de semilla de sábados;
como todos los inviernos en que el reloj
pronuncia
horas de terciopelo
para acallar el frío,
vino a segar mis sombras
el lanzador de nubes.

Una vez más,
el gorrión de sus ojos
acabó picoteando
mi voluntad de espuma.
Y el grillo de una vieja promesa
se enredó entre mi lengua
y me colé en sus huesos
y se enterró en mi carne...

A veces
no me encuentra:
mi voluntad se esfuma
en el agujero negro de algún lunes
marchito,
o se hunde
en los cajones
grises de la memoria,
o en el quicio severo
de opacas despedidas.

Él me busca en los besos
a tientas
Y yo,
como todas las noches
en que se plantan sábados,
como todos los martes
destinados
a exorcizar demonios
a golpe de caricia,
le doy un puntapié
a la melancolía
y hablo una lengua roja
con mis labios en llamas.


Hoy es domingo. Llueve.
Hoy mis pájaros tristes
picotean sin piedad
el silencio.

Pero sé que él me espera
a la esquina
de un verso rojialado,
esparciendo mi nombre
en la próxima playa de un martes
con sabor a canela.





domingo, 1 de abril de 2018

Los ojos del eclipse



Un mar de cenagosa espuma nos vencía
en un pulso diario;
habitaban su líquido vientre diminutas arañas
en cuya tela
se iba gestando un animal
oscuro.

Sus vísceras contenían un eclipse.

Podía presentirlo
tras la aparente calma de los gestos.
Acechante, maligno,
en el amargo rictus
de los labios.

Un día lo enfrentamos.
Desnudamos sus terribles pupilas
y cayó fulminado
por la luz de una farola
de preguntas.
Y al fin,
amanecimos

Pero si un día
el filo de una espuma siniestra hierese el verso incierto
del mañana,
recuerda
que fuimos capaces de fundir un mar de aciaga
espuma;
que pirateamos la melancolía
navegando sobre cien mil olvidos,
silenciando alguna que otra muerte
con cantos azules
de sirena.

No olvides
que el animal anda al acecho,
agazapado en la debilidad de una renuncia;
que solamente
el cigarrillo del temor
se consume
describiendo los ojos
del eclipse.

miércoles, 28 de febrero de 2018

Cantar el silencio




Quiero cantarte el silencio, Rodrigo
(Rodrigo es una brisa de infancia, un duende fugaz que corretea por los pasillos
del tedio
cada vez que la nada se detiene a pacer en mis manos)
Quiero cantarte un silencio
de palabras impúberes;
enfundarme en un traje de bruma
hasta exhalar 
este aliento que no sabe brotar
de mi sangre.

Algún día, lograrás descifrar su música
silente,
el relámpago salvador
de mi mano tendida;
el brillo de un gesto, de un abrazo
en la sombra.
Algún día
cuando hayas deshojado casi toda la infancia,
y sientas hundirse  en tus costillas
la noche;
cuando ya no te queden palabras vivas
para acallar cada una de las muertes
que nos hieren a diario,
comprenderás
que la verdad  tiene el color preciso de aquello
que callamos,
porque es imposible mencionar el alma 
de las cosas
(el silencio, Rodrigo,
es una rara flor
tachonada de espinas)

Sigue jugando con sílabas
de ángeles.
Enreda tu tierno balbuceo en los telares
de mi corazón.


lunes, 22 de enero de 2018

Gisele


Gisele,
no eres tú. Pareces despierta 
pero no eres tú.
No te obedecen tus manos,
no te obedece tu llanto
y la voz que te persigue y no es tuya huele a sombra
y a puñal.

Tratas de hacer vibrar las cuerdas de un reloj
moribundo
y solo alcanzas a tocar con las uñas
siete paralizantes arpegios, siete apuestas 
al gris.
-   Sabes, Gisele, un silencio a destiempo, un morderse la ira,
el chirrido sordo de un grillo en la garganta, vaticinan suicidios,
y hay pequeños, cotidianos suicidios que se asemejan
a una larga glaciación-


No te apoyes sobre el filo de arena
de una excusa
(el mar no sabe reflejarse en los espejos
de la mediocridad)

Ahora,
reza, Gisele, reza conmigo:
Madre-Pájaro, -Madre-Deseo - Madre-Blanca-
tú que habitas en la efervescencia de los sueños,
tú que engendraste al niño que yace enterrado
en el subsuelo del primer fracaso,
dame el fuego, la locura, la fuerza
para resucitar su grito
y
No
permitas
que viva muriendo en la podredumbre
  del Amor.