lunes, 22 de enero de 2018

Gisele


Gisele,
no eres tú. Pareces despierta 
pero no eres tú.
No te obedecen tus manos,
no te obedece tu llanto
y la voz que te persigue y no es tuya huele a sombra
y a puñal.

Tratas de hacer vibrar las cuerdas de un reloj
moribundo
y solo alcanzas a tocar con las uñas
siete paralizantes arpegios, siete apuestas 
al gris.
-   Sabes, Gisele, un silencio a destiempo, un morderse la ira,
el chirrido sordo de un grillo en la garganta, vaticinan suicidios,
y hay pequeños, cotidianos suicidios que se asemejan
a una larga glaciación-


No te apoyes sobre el filo de arena
de una excusa
(el mar no sabe reflejarse en los espejos
de la mediocridad)

Ahora,
reza, Gisele, reza conmigo:
Madre-Pájaro, -Madre-Deseo - Madre-Blanca-
tú que habitas en la efervescencia de los sueños,
tú que engendraste al niño que yace enterrado
en el subsuelo del primer fracaso,
dame el fuego, la locura, la fuerza
para resucitar su grito
y
No
permitas
que viva muriendo en la podredumbre
  del Amor.